Un deseo natural en la comunicación es expresar nuestros argumentos. Hay que cuidar que en ese propósito no llegar a ser un mal oyente, pues entonces la comunicación se vuelve deficiente.
Tendemos a dar a conocer las ideas, noticias, los resultados; que los demás conozcan que es lo que pensamos de un tema o asunto en particular. Quizá hay mucho material para compartir. Pero no se trata sólo de hablar y hablar. Hay que saber escuchar a los demás.
Quizá sea muy importante y prioritario dar a conocer una noticia, exponer resultados; sin embargo, dejar de escuchar a los demás, puede resultar en pérdida de oportunidades,
- ¿Cómo saber si los interlocutores comprendieron la idea, el mensaje expuesto?
- ¿Cómo poder ayudar a las personas, por ejemplo, a los colaboradores?
- ¿Se puede mejorar la idea expuesta? ¿Alguno de los interlocutores puede aportar algo más?
- En el discurso contiene algo que los demás deben aprender ¿Hay claridad en ello?
Posturas cómo las anteriores llevan a tener áreas de oportunidad en la comunicación, específicamente en el nivel de escucha.
Un elemento clave para ser buen nivel de escucha es la empatía, ponerse en los zapatos de las personas; despertar el interés por escucharlos, sin interrumpirlos o asumir que su forma de ver el mundo es igual que el de los demás.
A continuación, te comparto cómo identificar a un mal oyente.
Características del mal oyente
Juzga lo que dicen los demás
En lugar de escuchar al interlocutor, se juzga lo que está diciendo.
El juicio es un filtro en la comunicación, con frecuencia para encontrar errores, desaciertos o una forma para estar en desacuerdo con los demás.
Esto puede impactar en la confianza de las personas; por otro lado, puede dejarse a un lado, algún mensaje importante, desaprovechar experiencias, conocimientos nuevos.
El lugar que se le da a las personas
El concepto y el lugar que se le da las personas, influyen en la forma en que se les escucha.
Un ejemplo, cuando se les etiqueta, que carecen de conocimiento sobre el tema, resultará en falta de atención en lo que desean comunicar. Aquí aparece el mal oyente.
Lo anterior es diferente, cuando se les da su lugar y la oportunidad para expresar su opinión, sin etiquetarlos por el nivel de experiencia que tienen del tema.
El rango superior del jefe
Sentir superioridad y autoridad, por ejemplo, de un supervisor hacia los colaboradores, quien fija su postura que
- él conoce más.
- Sabe algo que los demás no.
- Sus colaboradores no le van a indicar lo que se debe hacer.
Es un marco propicio para el mal oyente. Más consecuencias de estas actitudes, es que la confianza se va perdiendo y se crea una brecha entre el supervisor y los colaboradores.
Quizá estés interesado en conocer diferencias entre el líder y el jefe,
10 diferencias entre líder y jefe.
Desviar la conversación
¿Cuál es la razón de cambiar el tema de una conversación a mitad de la misma?
Quizá por estrategia personal, pues se trata de un tema que incomoda, por no considerarlo interesante o por carecer de conocimiento.
Otra razón, debido a falta de concentración o al hábito de interrumpir a los demás.
Estas razones afectan a las relaciones personales.
Falta desarrollar habilidad de escucha activa
Un mal oyente, no tiene conocimiento sobre que es la escucha activa o no ha desarrollado la habilidad.
Se encuentre en cualquiera de las 2 situaciones, contar con la habilidad de escuchar activamente, dejará de ser mal oyente.
La escucha activa, es el mejor nivel de escucha.
En el siguiente enlace conocerás más acerca del tema,
Cómo ser más eficaz en las relaciones personales con escucha activa.
Tener una mejor historia que contar
Un ejemplo sobre cuando se presenta esta situación. Durante una reunión de trabajo, cuando una persona o equipo expone los resultados de una tarea o proyecto.
Entonces, alguien más, interrumpe con argumentos tipo, “lo que yo he conseguido es mejor que eso…” o “tengo una mejor historia que contar …” , es un caso de un mal oyente.
¿Cuál es entonces el objetivo de la conversación? ¿Se trata de una competencia o de compartir resultados?
¿Cuánto se deja de aprender de los casos de éxito de otras personas por entrar en competición en lugar de escucharlos?
Hablando de …
Es una frase y suele ser un pretexto para cambiar la temática de una conversación.
Puede ser para bien o no. Cuando no hay buen contenido en la conversación, el tema está agotado, es una buena alternativa hablar de algo diferente.
Cuando el tema a tratar es de interés para los presentes, hay dinamismo en la conversación y repentinamente alguien desea cambiar la temática sólo por interés personal, es un mal oyente.
Manipular la conversación
Llevar la conversación hacia donde el oyente quiere en lugar de que tome su curso natural, es quizá muy conveniente para él, pero no necesariamente es igual para el interlocutor.
Manipular la conversación, no es de gran ayuda para la comunicación e incluso puede llegar a afectar las relaciones personales.
Una variante es cuando el oyente asume el rol de un interrogador; un ejemplo, cuando presentan este tipo de situaciones es cuando se trata de resolver problemas y el oyente interroga a su interlocutor llevando la conversación a buscar culpables en lugar de encontrar alternativas.
Esta situación trae más consecuencias, como crear un mal ambiente en el grupo.
Dos malos oyentes
En una conversación, hay mal oyente tanto de un lado como el otro.
Ambas partes hablan y hablan, pero no escuchan a la contraparte. Es un monólogo y difícilmente puede tratarse de una reunión productiva, lograr algún acuerdo.
Se trata de no perder, pero ¿Quién resultó ganador? ¿De qué sirvió la reunión?
Pregunta – respuesta por parte del mal oyente
Un ejemplo de este caso, es cuando una persona plantea un escenario cómo un problema o conflicto.
¿Ves esta situación como un problema? Porque yo no lo veo así. Yo considero que…
En este caso el oyente interrumpe a su interlocutor utilizando una pregunta, él mismo se da respuesta y continúa hablando, sin dejar que el otro participante intervenga, que termine de exponer su argumento.
Con esta secuencia, el planteamiento original se queda inconcluso. En este tipo de situaciones, un mal oyente no contribuye a encontrar alternativas, quedando la situación como en un inicio se plantea.
Una palabra que cambia el rumbo de la conversación
Una clave de éxito para la comunicación eficiente es la escucha activa. Un principio en la escucha activa es enfocar la atención en las palabras del interlocutor, sin interrumpirlo.
Cuando una palabra o frase provoca que la persona que escucha se disperse o interrumpa, argumentando algún juicio sobre cómo interpreta el mensaje de su interlocutor, la comunicación es deficiente, es una característica del mal oyente.
Algún malestar físico o emocional
En este caso, no se trata de un hábito o actitud que haya que cambiar para tener mejor nivel de escucha, se trata de un momento que no es el indicado para tener una conversación eficaz.
Una dolencia física, un sentimiento, alguna angustia que afecten concentrarse en la conversación; en estos casos, es conveniente que el oyente exprese cómo se siente y buscar un mejor momento para llevar a cabo la conversación.
Qué separa a un mal oyente del buen comunicador
Enfoque en el tiempo
El enfoque en el momento de la conversación diferencia a un mal oyente de quien si lo es. Mientras quien sí tiene buen nivel de escucha está concentrado en lo que el interlocutor está diciendo, su contraparte trata de adelantarse al siguiente paso, hacia dónde va su interlocutor; esto causa dispersión respecto a la atención de la conversación.
Cómo se enfoca en las tareas
Cómo hace las tareas, la forma de enfocarse, hace la diferencia en cuanto al nivel de escucha.
Un mal oyente atiende varias tareas a la vez, entre ellas escuchar a las personas, el buen oyente atiende una tarea a la vez, en este caso, escuchar con atención a su interlocutor.
Cómo se realizan las preguntas
Las preguntas son herramientas que contribuyen a la buena comunicación.
Después que el interlocutor ha concluido su intervención, hacer preguntas cómo Lo que estoy entendiendo …. ¿Es así? ó ¿Qué es lo que significa …? es parte del proceso de una buena comunicación.
Sin embargo, interrumpir al interlocutor para hacer preguntas cuando no ha expresado la idea completa, hay un área de oportunidad en la comunicación. Hay un mal oyente.
Utilizar preguntas para ayudar a que el interlocutor visualice una situación de forma diferente, estamos hablando de una herramienta poderosa en la comunicación.
Cuando las preguntas interrumpen al interlocutor o desvían del tema principal, constituye un área de oportunidad en la comunicación.
Conclusiones
Por considerar que se tiene poco espacio en la agenda, por la urgencia de comunicar un mensaje, que el tema en curso es de escasa relevancia o por hábito, son situaciones en que no se brinda atención a lo que el interlocutor desea expresar.
Una de las situaciones más comunes es cuando el oyente juzga el mensaje de su interlocutor. Los juicios, son filtros en la comunicación, donde el mensaje puede ser interpretado a modo personal, se interrumpe al interlocutor, se desvía del tema planteado. La esencia del mensaje original se distorsiona, es causante de conflictos, pérdida de oportunidades.
¿Se trata de exponer un hecho sobresaliente o de una competencia? Es una variación de los juicios; en la que se cae en una dinámica del más fuerte, el mejor, el de mayor autoridad.
Además de tener áreas de oportunidad, un mal oyente puede generar conflictos en las relaciones personas, impacta en ambiente de trabajo.
En una misma situación, hay aspectos que distinguen a un mal oyente de un buen comunicador. Cómo enfoca la atención en su interlocutor, cómo utiliza las preguntas; ¿Un abismo o un paso separan a uno del otro?
¿Cómo reconoces a un mal oyente, lo identificas por medio de otra característica?